Pobreza, cliente electoral en el Estado de México

La elección del Estado de México muestra la vulnerabilidad de los programas sociales y el potencial uso electoral de la pobreza.
La elección del Estado de México muestra la vulnerabilidad de los programas sociales y el potencial uso electoral de la pobreza.

De acuerdo al IEEM el listado nominal contiene 11.2 millones de personas, donde más del 805 de la población presenta vulnerabilidad, carencias y bajos ingresos, lo que es un caldo de cultivo para el clientelismo electoral.

El estado de México, es una entidad con muy altos niveles de pobreza, de los casi 17 millones de habitantes casi 14 millones presentan carencias sociales o ingresos insuficientes.

Según Coneval hay 6.5 millones de personas en edad de votar, que viven en pobreza por ingresos, no les alcanza para lo más básico, además casi otros 3 millones de personas, presentan carencias sociales sustantivas, como falta de seguridad social, falta de accesos a servicios de salud, vivienda insuficiente o sin servicios, carencia alimentaria o rezago educativo.

De acuerdo a Sedesol en el Estado de México, los comedores populares benefician a 553 mil personas. El 355 del padrón total de los comedores se ubican en esta entidad.

De manera similar el programa de Leche Liconsa, tiene 2.5 millones de beneficiarios. El 30% del padrón total se ubica en el Estado de México, además el programa Prospera apoya a 3.5 millones de mexiquenses, de estos al menos 1.8 millones están en edad de votar y el programa de adultos mayores de Sedesol, tiene 500 mil beneficiarios, en edad de votar.

Rogelio Gómez Hermosillo, coordinador de Acción Ciudadana frente a la pobreza, afirma que esto no quiere decir que la elección este definida.

Tampoco que cada beneficiario sea un voto cautivo. La compra y coacción del voto son acciones de baja efectividad, sin embargo en una elección cerrada como la que se vislumbra en el Estado de México, la presión y el uso político de los recursos y programas sociales pueden ser determinantes.

Asevera que el clientelismo y la falta de institucionalidad, pervierten a la democracia y a la política social. La pobreza no puede seguir siendo botín político, afirma el consultor.

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